En momentos ocupas muchos pensamientos míos. Me los robas aunque no lo sepas y te encuentres muy distante. No sé dónde estás ni tú sabes dónde yo estoy, pero tú me los robas, ¿sabes? En esos momentos sonrío pues me gusta que me los robes, porque recuerdo entonces nuestro caminar nocturno, nuestros abrazos, nuestros sitios públicos convertidos en privados recuerdos que me exaltan, eso fue bueno. ¿Habrás vuelto a pasear por esas calles de fachadas nutridas con colores de sandía? Tú eras como una sandía, con una infinidad de sabores y cascaritas.
Estuve coleccionando piedras muy cerca de aqui, junté muy pocas, y aparté una canica de vidrio que me gustaría darte, tal vez si me acercara al mar podría arrojarla y el espíritu de Alfonsina quizá la acercaría a tu orilla. Sin embargo estoy lejos del mar, pero estoy cerca de un río muy caudaloso que hace poco se desbordó por las lluvias; muchas casas y espacios de comercio se quedaron por un tiempo dentro del agua como en las ciudades de Calvino. Aún así es bonito aquí cuando llueve, estoy cerca de un bosque y todos los fines de semana madrugo para ir a caminar alla solo... Ahora también corro, muy, muy fuerte, lo hago de noche, cuando las horas del trabajo terminan. Quisiera subir la montaña también, pero fuerzas me faltan, no las físicas, fuerzas internas que no sé cómo explicar.
No te entretengo, me pondré a estudiar los colores para el cartel, a mirar las tildes, mientras te escucho en susurros.