miércoles, 28 de mayo de 2008

So...

Uno aprovecha estos espacios para escribir querida, las horas parecen longevas pero no lo son. Espero que pases, que atravieses el estrecho portal que nos divide y encuentra. Frontera lenta donde quisiera detener tu avance agilísimo, distendido. Aparecen otras sin ser tú todavía, esta inquietud de mirar en los rostros ninguno como el tuyo. Debe ser el día, querida, debe ser que me desperté sin dificultad, el día que atesora un cielo nublado, un cielo de música Iver, que nos refrescó en la infancia pueblerina, que todavía dejamos que nos seduzca; pero te decía que es esta mañana la que me provoca estas ganas de verte, y entonces, como no apareces, te apareces en mi memoria, escasa de señas tuyas, pero tan verídica por los mínimos momentos que estuviste conmigo. eres el aire, el entorno, el silencio grandísimo de las que están pasando sin que tú seas, pero en todas ellas, en su manera de caminar, de moverse, te busco, te encuentro. 10:55 hrs.

jueves, 22 de mayo de 2008

De mañana

Querida, a veces, cuando hablábamos quería hablar contigo hasta quedarme dormido, quería hablarte más; quería verte y abrazarte por el teléfono. Después permanecía quieto y tranquilo en cualquier lugar en que me encontrara. Dormía, pensándote así (cercana). Te imaginaba en momentos en los que habíamos estado juntos, en la memoria de la que no recuerdo bien cómo va la frase, ¿recuerdas? Esa de la que te hablaba en las llamadas de noche, y de las que sonreías porque no lo decía como debía ser. Y, bueno, No hace mucho que llegué a casa, y recordaba el teléfono en mano, el teléfono que estaba sobre la mesa de trabajo, sin uso, sin su sonar. Hoy me comí un plato de fruta—de esa que tú solías comer—tendido como una alfombra. Debí haberte soñado varias veces mientras comía, porque lo segundo que hice después de abrir bien los ojos y ponerse la camisa fue empezar a escribirte esto: que quisiera abrazarte todas las horas que deba estar por aquí, que un beso es una forma de hablar tan bonita, y yo recordaba todos los que me enviabas.

domingo, 4 de mayo de 2008

Estas letras

Pienso en ti. En los vericuetos de la tarde, los laberintos. Tu pelo. Por las calles palpando las tonalidades del aire, metiendo las manos en los bolsillos. En la casa un cuaderno, un lápiz para poder juntar los besos, un computador. Un ponerse a coser silencios rotos. Tú. La sombra. Hay tanto viento por aquí. Y mañana. Tu nombre. El cielo que está en tus manos. La noche acá pronto. Tus ojos. El declive de la ciudad, sus orillas blancas y sigo pensándote. Escribiéndote. Cuatro patas en mis manos marcaron una hidrografía del color de mi camisa. No hay otra parte. Tus labios. Sí. Yo siempre en una esquina. La voz. Mi voz. La silueta y no estás. Pienso en ti, te busco. Tirito.

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