miércoles, 18 de abril de 2007

Cuarto

Hoy estoy más solo que otros días, te extraño. Escribo en esta hoja garabatos, no puedo. Si alguna vez desee tanto un tacto, es ahora que lo necesito. La habitación tiene altos ventanales y todo puedo ver, como un pequeño Dios ciego que está sentado en su nube, sin embargo no te veo. Tal vez fuiste vida y hoy eres oruga, una hoja, una minúscula gota que rebota en la fuente y tendrán que pasar generaciones de soledad para encontrarte. Nada es sin ti y la vida conmigo no es disfrutable. A veces me despierto y te quito de mí, como una camisa que me gusta mucho, mas estás en mi piel, en mis músculos enrojecidos y no puedo; me insisto, te extraño. Lo poco que conozco es por ti, lo poco que he amado te lo debo a ti. Eso sí, sufro en silencio mi querida, nadie lo sabe, nadie con su mirada puede descifrar este jeroglífico de sensaciones que me invaden dentro. Si hago algo bien repito tu nombre, si me esfuerzo en algo siento que me estás acompañando pero a veces desearía que sostuvieras mi cuerpo en tus brazos, recostarme en tu hombro. Sentir que tus dedos peinan mi escaso cabello. Hay agua en mis ojos, soy océano atormentado, azul, salado, hondo muy hondo.

lunes, 16 de abril de 2007

Compuesto

Con el celu

Querida, hoy me desperté temprano, no tuve esa dificultad de otros días. Mas llego a mi sitio y me carcome lo triste. Son tantas las horas que intentan distraerme de ti, muchas ocupaciones inútiles, sin nada extraordinario. Tal vez tú me dirías que habría que mirar diferente, pero, muchacha ausente, no se siente mi corazón complacido de hacer lo que hace: tanta comodidad. Extraño los sobresaltos, las angustias, las esperas de esperar por ti y no esta espera de nada, de que todo sale bien sin ensuciarse, sin esforzarse poquito. Me falta tu amor, no sabes cuanto, y esa ansia se acumula en esta atmosfera rara donde siempre me he sentido extranjero, y a cada paso, sintiéndome así, me hundo en el pavimento sin ningún esfuerzo. Para levitar te imagino acomodando las piezas del rompecabezas de Khalo que dejaste en la alfombra, las desordenabas, en eso te entretenías. Y me dejabas verte como ahora sin estarte viendo en realidad. Al despertar ya no estabas, y dejabas muestras de ternura: las orejas del mouse, que yo no podía quitar para no sentir que la estaba matando, y me era imposible usar el pc. He decidido que saliendo de aquí buscaré en la cartelera, seleccionaré, e iré a la última función de cine, después caminaré en la noche y corretearé tu pensamiento por varias calles de esta ciudad. Ojalá no haya intrusos que te desaparezcan y sólo nos vean las estrellas y los focos viejos de las mediaesquinas; quizá un señor se acerque y me pregunte ¿a qué la alegría de andar muy solo? entonces le contaré que es por ti, porque me gusta la noche, porque el mundo tiene tus ojos.

domingo, 15 de abril de 2007

Transparente

Gallo

Yo te he querido como nunca y de nada serviría pensar en que me dieras un beso, preferiría una palabra. Ahora sólo tengo esto. Una foto, la del sábado, en ese lugar de tristeza aplacada. Alonso no debería llevarme allí. Se queda muy quieto y le gusta irse solo a la cumbre. Cuando llega, veo que grita pero no lo escucho. El olor a madera impregna nuestra ropa. Empieza a anochecer, yo sigo pensando en tu beso dormido y en que estés bien. Añoro que compartas este frío tan cerca del cielo conmigo, donde las libélulas no se atreven a volar. Que respiremos juntos este aire que viaja cansado desde el océano y choca en mi frente. ¿Dónde están tus manos? tan seguras en tu cuerpo que amo. Me palpo el corazón. Cuando él volvió, el automóvil tuvo dificultades para encender. Logró tomar fotografías de naturaleza diminuta y nos fuimos. Ya nos vamos quedando solos—dijo—refiriéndose al regreso a la ciudad. Yo le conté de ti, del olor de tu melena, del temor que sientes por toda clase de aves, del jardín de orquídeas que descubriste en una fábrica abandonada.