lunes, 16 de abril de 2007

Compuesto

Con el celu

Querida, hoy me desperté temprano, no tuve esa dificultad de otros días. Mas llego a mi sitio y me carcome lo triste. Son tantas las horas que intentan distraerme de ti, muchas ocupaciones inútiles, sin nada extraordinario. Tal vez tú me dirías que habría que mirar diferente, pero, muchacha ausente, no se siente mi corazón complacido de hacer lo que hace: tanta comodidad. Extraño los sobresaltos, las angustias, las esperas de esperar por ti y no esta espera de nada, de que todo sale bien sin ensuciarse, sin esforzarse poquito. Me falta tu amor, no sabes cuanto, y esa ansia se acumula en esta atmosfera rara donde siempre me he sentido extranjero, y a cada paso, sintiéndome así, me hundo en el pavimento sin ningún esfuerzo. Para levitar te imagino acomodando las piezas del rompecabezas de Khalo que dejaste en la alfombra, las desordenabas, en eso te entretenías. Y me dejabas verte como ahora sin estarte viendo en realidad. Al despertar ya no estabas, y dejabas muestras de ternura: las orejas del mouse, que yo no podía quitar para no sentir que la estaba matando, y me era imposible usar el pc. He decidido que saliendo de aquí buscaré en la cartelera, seleccionaré, e iré a la última función de cine, después caminaré en la noche y corretearé tu pensamiento por varias calles de esta ciudad. Ojalá no haya intrusos que te desaparezcan y sólo nos vean las estrellas y los focos viejos de las mediaesquinas; quizá un señor se acerque y me pregunte ¿a qué la alegría de andar muy solo? entonces le contaré que es por ti, porque me gusta la noche, porque el mundo tiene tus ojos.

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