Hoy estoy más solo que otros días, te extraño. Escribo en esta hoja garabatos, no puedo. Si alguna vez desee tanto un tacto, es ahora que lo necesito. La habitación tiene altos ventanales y todo puedo ver, como un pequeño Dios ciego que está sentado en su nube, sin embargo no te veo. Tal vez fuiste vida y hoy eres oruga, una hoja, una minúscula gota que rebota en la fuente y tendrán que pasar generaciones de soledad para encontrarte. Nada es sin ti y la vida conmigo no es disfrutable. A veces me despierto y te quito de mí, como una camisa que me gusta mucho, mas estás en mi piel, en mis músculos enrojecidos y no puedo; me insisto, te extraño. Lo poco que conozco es por ti, lo poco que he amado te lo debo a ti. Eso sí, sufro en silencio mi querida, nadie lo sabe, nadie con su mirada puede descifrar este jeroglífico de sensaciones que me invaden dentro. Si hago algo bien repito tu nombre, si me esfuerzo en algo siento que me estás acompañando pero a veces desearía que sostuvieras mi cuerpo en tus brazos, recostarme en tu hombro. Sentir que tus dedos peinan mi escaso cabello. Hay agua en mis ojos, soy océano atormentado, azul, salado, hondo muy hondo.
miércoles, 18 de abril de 2007
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