Querida, me gustaría escribirte una carta muy linda para alegrarte y alegrarme, porque estoy muy triste, siento como si tuviera una piedra muy pesada en mi estómago, me duele; tal vez mi escritura siempre está plagada de tristeza, tú más que nadie conoce mi estar nostálgico, mi personalidad apagada. Estos días me he puesto el antifaz de la tranquilidad, pero hoy, por las prisas y deberes, lo olvidé en uno de los tantos cajones de mi soledad, siento la pesadez completamente. Ahora comprendo cuando dicen que te duele hasta el alma, así me siento. Por qué no estás aquí para consolarme, para poner mi cabeza en tu hombro y descansar. Para besar tu húmedo cabello, para contarte muchas cosas que me pasan; si te dijera que no tengo a nadie para contárselas, se me quedan aquí, y me dan toquecitos en el pecho, también duelen. Tal vez Alonso es el único que me escucha en tu ausencia, pero está lejos, y no tengo cara para llamarle y decirle como estoy, y arruinarle su viaje, su estudio. Corazón mío si supieras—es que lo sabes—cómo lastima estar en un cuarto donde las ventanas abiertas solo dejan ver el muro contiguo, las juntas de tabique apretado, y uno se suelta a llorar, a recordar tu rostro y pensarte lejos, indefinida, en lugares y con la compañía de gente nueva para mí. Cerraré mis ojos por un momento para sentir tu aliento cerca y te acompañe a ese sitio dulce, sencillo, en donde sueles descansar.
tuyo
tuyo
1 comentario:
Me encantó tu blog-carteo-monólogo. Y... en el fondo siempre escribimos o terminamos escribiendo para alguien, aunque no lo conozcamos, aunque escribamos para olvidar que es a ella/él a quien le escribimos.
Saludos, M
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