Querida, te escribo de noche, impreciso, destacado en el rincón. Solo en mí, solo contigo, como si fuera parte de: ‘sola en mí’, canción de Sandra Mihanovich. Solo en parte, porque la música destaca por sobre todos los ‘ruiditos’, de la casa. En uno de mis primeros sueños, tú y yo estamos ocultos en una oscura glorieta de narcisos, en un jardín con dos leones de piedra. Y tú dijiste: me gusta la harina; me gustan las uvas; me gusta el turquesa de mi anillo. Me gusta el hielo; me gustan las orquídeas; me gustan los caballos blancos... me gusta el infinito punteado de diamantina en los dedos de mi padre. Un abrazo blanco, de tela de niebla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario