Descansa, querida, que el sueño sea un buen compañero, que llegue a donde no puedo estar. La noche me toca y mis manos están sucias, quisiera que de tinta fuera, por las tantas cartas que no te escribí, pero no, pero no, sucias de tanto vacío, de no tocar nada. Estoy aquí, sin mirarte, estás pero le haces mucha falta a mis ojos. Sólo estaban las calles y las cosas. Los recuerdos de los amigos se me amontonan mientras camino. ¡El espacio de la noche no basta para que quepan!, por eso caminé solo, recordándolos. Sus voces, sus risas, sus alientos y sueños, sus abrazos, me hacían pulsar el corazón. Y si en una esquina aparecieran: qué bueno que están de vuelta—les diría. Me siento cansado, como una línea transparente, diminuta.
jueves, 12 de junio de 2008
Tú
Tarde. Oculto a tus ojos. Dónde vienes? Los acordes suenan de la guitarra. El silencio de las nubes. El movimiento de las cosas. Los pretextos de los caminantes. No llegas todavía. Te buscan también las miradas. Los camaradas nos palmean la espalda. Las sombras duplican mis manos. La superficie tiene estrías de años. El recuerdo se adhiera aquí y acá. Te pienso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)