Me llueve ahora lo que llovió hace dos horas. La lluvia detenida avanza por mi espalda. Puedo, si lo deseo, ponerla en la palma de mi mano, sólo basta mover la rama del árbol. El tiempo mejora, luce su sol el mundo, y los bordes del estado elevan una plegaria lejana. Debería ir a escuchar el grito de los hombres al kiosco, debería conseguir un pedacito de papel china y escribirte una, con la mano, que no fuera así, a palpos. Disculpa esta brevedad, sin embargo representa un nexo contigo. Disculpa este mórbido silencio de agosto, y que estas letras propaguen, como es mi deseo, simplemente, tu lindo recuerdo.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
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