jueves, 24 de mayo de 2007

Detrás del cristal

Cuando sonreís haces que mi estancia aquí sea mejor. Yo te veo como un país lejano al que todavía no llego, como cuando miro los mapas de geografía, que tanto me gustan, y veo sus perímetros bien definidos, y su forma erosionada por guerras de expansión y siglos de historia. Yo te veo más bella cada día. Rodeada de mares y de mundos, y de soles como anillos. Cuando empiezo a acercarme retrocedo por miedo de que salgas volando como mariposa. Entonces sólo me concentro en observarte, única entre todas y todos. Y te busco y te regalo cosas que no sabes, para verlas y pensar en ti; en cuando estén más bellas en tus manos. Imagino tu cintura de mil voces, tu primitiva presencia de mil años, conservándose frágil, volátil, acercándose como si de luz de estrella se tratara. Es que no hay cielo más nítido en mí que tú, ni me gusta escribir tanto palabras como las que van ti: anónimas, publicadas, acertijos para el presente.

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