miércoles, 23 de marzo de 2011

Deriva

Ahora aquí sin tu presencia que imagino espiral, soltando palabras como muchas veces te solté el corazón. Aquí con mis puños rotos de tantas batallas escritas. El aire suena. El grillo te canta. El calor se cuela por la ventana. Ah, la alta noche respira cerca de mí. Me agarro de nada y estoy sostenido solo por la palabra. Los días marchan con curiosidad y tienen una fragancia funesta: me hacen olvidarme del peso de tus manos. Cuántas veces las sostuve al caminar a tu lado mientras dejábamos que el mundo se oxidará en los pasos de los demás a pesar de sus risas. Ese andar de calles--que recuerdo--es una mala piedra en mi zapato, porque recuerdo las buenas con las que cambiábamos de rumbo cada cuatro caminos. Aquí, querida, mentándote en secreto. Pensando en un tiempo que antecede a todos y que aparece lúcido en mi memoria: algo me hace imaginar que no ocurrió jamás, que yo soy una bolsa de plástico a la deriva. Mi habitación solo lo sabe. Conoce la grama de mis pensamientos. Te reproduce en su espacio hueco. Te llena con la sonoridad y la bella deformidad de los objetos. Te ensancha hasta el límite de los materiales que la contienen. Intenta sin fin hacer un modelo de ti y yo solo siento desdicha de que no puedas materializarte. De ver tu vista altiva traspasándome. De sentir tu boca de mar y tormenta. Te pienso tanto querida. El tiempo se encargará de que yo sea polvo y pronto solo seré una voz en mi habitación. Un eco que trascenderá su silencio. Tu silencio.

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