Las calles
querida con tantos nombres son una prueba de que la memoria es una imposición.
Vacunados en el día a día por la historia de una cúpula gris que existe y nombra
a todas las cosas. El luto de generaciones es un luto que se nos incrusta así
como la tristeza y la violencia. Mis alegrías son mis silencios a ti cuando
también cierro los ojos y miro este tiempo que habita en mí donde tú apareces
para sostener en tu mano esta ficticia memoria de la ciudad. Si se desmoronara
toda como el cartón mojado de las chabolas: ese universo lejano construido a
partir de fijar un límite de terror en la ciudad, un cerco que impide habitar otra
cosa que no sea esta memoria de nuestras avenidas. Te repaso querida como si te
leyera en voz alta y mis voces se multiplican en el diapasón de las ventanas y
quisiera sólo, aunque me convierta en un desertor, borrar de mí toda esta construcción
de las cosas. Te quiero.
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