My Heart’s in The Highlands… mi corazón no está aquí. Las cosas se rompen querida y entonces me imagino en la cumbre una montaña muerta, es decir deforestada, sin nieve, erosionada por nuestros pensamientos. Caminar, avasallar la tierra con estos zapatos que lastiman en cada paso la piel carcomida de mucho andar sin encontrar la senda que me lleve al borde donde estás. Estos días cortan como un filo nuevo, el nudo de mi garganta punza. Parece que mi interior quisiera escaparse de este cuerpo. Daba vueltas en el barrio, salía a buscarte, y justo en un cruce un conductor apunto estuvo de acabarnos la vida, digo acabarnos porque si me hubiera atropellado estas cartas no existirían y entonces tú desaparecerías de los sueños de los demás y del mundo. Me quedé firme, viéndolo. Su vista fúrica, como salido del purgatorio de Dante, su uniforme raído, su pelo chino, era un empleado apenas, un tipo que me maldecía profundamente como si yo representara cada una de las frustraciones de su vida. Y no tenía que decírmelo, me miraba aguantándose las ganas de pisar el clutch y acelerar para manchar la pintura roja de su coche con el tono rojo de mi sangre. Inmóvil me quedé enmedio de la calle hasta que el semáforo cambió de color, pero no dejaba de verlo, pensaba que esa noche ese individuo había matado un poco de la esperanza de hallarte.
viernes, 4 de abril de 2014
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